MUJERES EN LA EDAD DE PLATA


QUÍMICAS ESPAÑOLAS EN LA EDAD DE PLATA 
             Historia de la Química
          Carmen Magallón Portolés

Introducción

La cercanía de las mujeres a la Química, en las múltiples  tradiciones que se han dado de esta ciencia a lo largo de la historia, es bien conocida. En su papel de recolectoras, de importancia capital, junto al hombre cazador, para la supervivencia  de la especie, las mujeres prehistóricas se familiarizaron con el  tratamiento del barro y descubrieron la cerámica y la química  de los esmaltes. Alimentadoras, curanderas y parteras, más adelante ocuparon un lugar importante en la tradición alquímica,  hasta el punto de que la obra de los primeros alquimistas era  a veces llamada ‘obra de mujeres’ (opus mulierum). A una de ellas, María la Hebrea, quien además del conocido ‘baño María’  inventó diversos aparatos para la destilación y la sublimación,  se le atribuyen “las bases teóricas y prácticas de la alquimia  occidental, y por lo tanto de la química moderna.

Contribuciones de las españolas a la Química, en el primer tercio del siglo XX, periodo conceptualizado  como la Edad de Plata  (Edad de Oro para las mujeres)
 El acceso femenino a las sociedades científicas: la Sociedad Española  de Física y Química, predecesora de la Real Sociedad Española de Química, el Laboratorio Foster de Química, en la Residencia  de Señoritas, los laboratorios de Química del Instituto Nacional de Ciencias y  el  Instituto Nacional de Física y Química .
En  España, en el primer tercio del siglo XX, periodo, hasta  la Guerra Civil, que se conoce como la Edad de Plata de la cultura española, las mujeres colaboraron al florecimiento  intelectual y científico que se da en esos años en el país. En  particular, las que hemos llamado pioneras españolas en las ciencias trabajaron junto a los varones de su tiempo en el desarrollo de la Física y la Química. Aún escasas en número,  el grupo tiene un significado simbólico importante, pues con  su empuje y determinación ellas ampliaron los espacios de  actividad y de presencia femenina en la sociedad, espacios que  a partir de entonces quedarían abiertos, como posibilidad, para  las que llegaron  más tarde. La implicación de las mujeres en  estos campos se incrementó ostensiblemente durante el periodo republicano, previo a la Guerra Civil, siendo destacable su participación en el Instituto Nacional de Física y Química (INFQ),  también conocido por ‘el Rockefeller’, en donde supusieron un  porcentaje promedio anual cercano al 23%.
En los años 20 y 30 del siglo XX, las españolas mostraron  una predilección especial por los estudios e investigaciones  de Química y  Farmacia. Estas pioneras trabajaron codo a codo con los varones en los laboratorios que se fueron creando, publicando un número importante de trabajos, solas, y/o  firmados con el director de la sección y aportando al desarrollo de las líneas de investigación en marcha la experiencia adquirida en sus estancias en el extranjero. Sus nombres y sus trabajos merecen ser conocidos y reconocidos.


Antes de 1910 (1), año de la equiparación legal de ambos  sexos en el acceso a la universidad española, difícilmente pueden encontrarse mujeres en Sociedades de Ciencia (2), ya que  no tenían la formación necesaria y las sociedades estaban apenas naciendo. Es a finales de la década de 1920 cuando aumenta el número de universitarias, lo que tendrá su reflejo en el crecimiento del número de socias de las distintas  sociedades científicas y de las publicaciones firmadas por una mujer que ven la luz en las revistas especializadas de  la época.
En la Sociedad Española de Física y Química (SEFQ),  fundada en 1903, el Reglamento, pese a su redacción en masculino, no tenía ningún artículo del que pudiera derivarse una exclusión para las mujeres. Establecía una reunión mensual de debate científico y la edición de una publicación especializada: los Anales de la Sociedad Española de Física y Química. A diferencia de la postura adoptada por los hombres en las sociedades de ciencias  físico-químicas de otros países, que se opusieron activamente a la entrada de las mujeres, aquí no hubo tal resistencia.  Aquí, más bien, predominó la invisibilidad de las pioneras, como muestra el hecho de que las dos primeras pasaron  prácticamente desapercibidas.
Fue la SEFQ  la sociedad científica que, desde su creación hasta  1936,  acogió  un  mayor  número  de  mujeres,  llegando a alcanzar 150 socias. En los 25 primeros años desde su fundación, hubo sólo 24, concentrándose el resto,  126 (84%), en los 8 últimos años. La diferencia con el número de socios varones es grande en números absolutos, pero el  ritmo de incorporación de mujeres crecía cada año.
Mujeres en los laboratorios de Química  del  Instituto Nacional de Ciencias
 El Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, fue creado en 1910 por la JAE (Junta de Ampliación de Estudios), la institución anterior al CSIC,  cuya política científica de abrirse al exterior, impulsando la  salida al extranjero de las y los jóvenes graduados españoles,  fue clave en la emergencia de la Edad de Plata de la ciencia  española.
 A  partir  de  1916  pasó  a  denominarse Instituto  Nacional de Ciencias.
El Instituto Nacional de Ciencias, presidido por Santiago  Ramón y Cajal (1852-1934), presidente también de la JAE, reunió centros  ya existentes y otros de nueva creación. Se creó con el  fin de  “facilitar la preparación de los pensionados en el extranjero,  aprovechar los conocimientos de los que regresan, dar ocasión a la juventud que sale de las Universidades y Escuelas  Superiores para  dedicarse  a  estudios  especiales  y  reunir  en una colaboración intensa elementos antes dispersos”.
 Los trabajos de física y química, se llevaban a cabo en  el  Laboratorio  de  Investigaciones  Físicas  (LIF);  en  los  laboratorios de Química de la Facultad de Farmacia; en el  Laboratorio de Química de la Residencia de Estudiantes  –varones–  y,  desde  1920,  también  bajo  el apoyo  de  la  JAE (Junta de Ampliación de Estudios), en el laboratorio de Química  de la Residencia de Señoritas, parte de la Residencia  de Estudiantes.


El Laboratorio Foster de la Residencia  de Señoritas
Mary  Louise  Foster  (1865–1960),  nacida  en  Boston,  fue la fundadora en nuestro país del primer laboratorio de  Química dedicado en exclusiva a la formación de mujeres  en este campo. Pionera en muchos aspectos, dedicó toda su  vida a la enseñanza e investigación de problemas ligados a la química, desde los puramente experimentales hasta los históricos. La historiadora de la ciencia  Margaret Rossiter  la señala como la primera científica de los Estados Unidos que tuvo  un  empleo  en  nuestra  industria  química,  en  concreto a partir de 1924, año en  el que laboratorio pasó a manos españolas.

Palabras clave
Edad de Plata de la Cultura Española
Institución Libre de Enseñanza
Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones  científicas
Residencia de Estudiantes
Residencia de Señoritas

Notas

(1)    María Elena Maseras Ribera (1853-1905) fue una médica, pedagoga y profesora española, primera mujer matriculada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona el curso 1872-73, tras autorizar Amadeo I mediante una Real Orden la posibilidad de que las mujeres estudiaran.
 El 8 de marzo de 1910, la Gaceta de Madrid publicó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía entonces el Conde de Romanones, permitiendo por primera vez la matriculación de alumnas en todos los establecimientos docentes. Esta orden derogaba otra Real Orden, del 11 de junio de 1888, que admitía la entrada de mujeres en la universidad como estudiantes privados, pero requería la autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales. Este importante hito en el avance hacia la igualdad  fue posible por la tenacidad y decisión de algunas mujeres que decidieron rebelarse contra regulaciones injustas que impedían su acceso al conocimiento y su pleno desarrollo como seres humanos. Entre ellas quiero recordar a tres: Concepción Arenal, María Elena Maseras y Dolores Aleu. Concepción Arenal estudió Derecho en la Universidad de Madrid entre 1841 y 1846 como oyente, asistiendo a las clases disfrazada de hombre. Entre 1882 y 1910 sólo 36 mujeres finalizaron licenciaturas universitarias en España y sólo ocho, la primera Dolores Aleu (1857-1913) en 1882, consiguieron defender su tesis y obtener el título de Doctor.
(2)    Ni  siquiera  Madame  Curie,  al  filo  de  recibir  su  segundo Premio Nobel, en Química, sería admitida en 1911 en  L’Acadèmie des Sciences de París. El mismo rechazo recibiría su hija, Irene Joliot-Curie, premio Nobel de Química en 1935.