Perico el de los palotes era mujer
Varios actos por su
150º aniversario rescatan la figura de Carmen de Burgos 'Colombine', la primera
corresponsal de guerra española
"Está tan cercana la muerte de Carmen de Burgos que no es posible con
sinceridad enjuiciar la magnitud de su obra. Algún día espero y confío que
habrán de revisarse los valores históricos y sociales de esta gran mujer",
escribía Concha Peña en el Heraldo de Madrid el 14 de octubre de 1932, solo cinco
días después de que Carmen de Burgos falleciera. Las esperanzas de Peña no
cundieron. Todo lo contrario. Tras la Segunda República, Carmen de Burgos Colombine quedó
enterrada, silenciada, desaparecida y todos los sinónimos posibles de una
manera muy eficaz por quienes cumplieron esa misión: la de borrar la figura, la
obra y el legado de una de las escritoras más importantes del primer tercio del
siglo XX, primera redactora en plantilla de un periódico (hoy casi totalmente
desconocida en las redacciones) y la primera mujer española corresponsal de
guerra.
Carmen de Burgos Colombine (1867-1932) nació
en Rodalquilar (Almería) un 10 de diciembre de hace 150
años. Durante la primera parte de su vida, la que transcurrió en el siglo XIX,
estuvo casada con un periodista, con el que tuvo un matrimonio
"insufrible", según lo describe en una autobiografía que años después
de este periodo le pidió el escritor Ramón
Gómez de la Serna, autor 21 años más joven que ella
que sería su pareja sentimental durante dos décadas. De su marido se quedó con
lo que le enseñó de su profesión y con su hija, la única que sobrevivió,
ninguno de los tres anteriores llegó al primer año de vida. Con el cambio de
siglo, De Burgos pareció experimentar un viaje en el tiempo con respecto a la
sociedad finisecular. En un momento en el que las mujeres no podían hacer nada
sin la aprobación de un hombre y no eran
dueñas casi ni de sí mismas, dejó a su marido, aprobó unas
oposiciones de maestra y se marchó con su hija a vivir a Madrid.
En la capital tuvo muy claro lo que quería: participar en la
intelectualidad del momento, conocer a pensadores y literatos que se reunían en
las tertulias de los distintos cafés y escribir, sobre todo escribir. Lo
consiguió. Se rodeó de Galdós, de Emilia
Pardo Bazán, de Gregorio Marañón, mantuvo correspondencia con Juan Ramón
Jiménez... Compartía con ellos la preocupación por el devenir del país, pero le
daba su punto de vista: el de una mujer. Escribía desde lo que hoy se llamaría
perspectiva de género mucho antes de que existiera ese concepto. Era consciente
del poder que le daba el llegar a los lectores. Uno de sus primeros reportajes
trataba sobre la situación de los niños en las cárceles. Ese fue solo el
principio de una prolija carrera: más de cien novelas cortas, una docena de
largas, ensayos, traducciones, cerca de 10.000 artículos de prensa, sobre los
que versará la próxima publicación de Concepción Núñez Rey. Esta profesora, ya
jubilada, del departamento de Filología Española III de la Facultad de Ciencias
de la Información de la Universidad Complutense ha
dedicado su vida a Colombine. Hacia
febrero quiere presentar los dos tomos de la obra periodística de Colombine, en los que ha reunido unos
300 textos. Este será uno de los actos de celebración del 150 aniversario,
también la Biblioteca Nacional ha organizado una pequeña muestra bibliográfica
que se puede ver hasta el 9 de diciembre con todo tipo de ediciones de la
autora que se conservan en la institución y en el Ateneo de Madrid hay otra,
hasta final de año, con portadas de sus publicaciones.
Todos los nombres
El título de la exposición de la biblioteca apela a uno de los nombres con
los que se conoció a la periodista: La dama roja, lo que ha provocado cierto
disgusto en Núñez, ya que era uno de los términos insultantes que usaban sus
detractores, sobre todo los sectores eclesiales. "Es una reducción que
hicieron sus adversarios ideológicos. No perdonaron que una señora rompiera
tantos moldes", dice la profesora. También la llamaron La divorciadora por
su obra El
divorcio en España (¡publicada en 1904!) en la que reunió
las conclusiones que obtuvo tras pedir opinión sobre la necesidad de una ley
que regulase el final de los matrimonios en una de sus columnas en el Diario Universal. Estas las firmaba como Colombine
que pasó a ser el nombre por el que fue conocida. Entre 1917 y 1922, de manera
anecdótica, usó el pseudónimo Perico el de los palotes para las reseñas
literarias que escribía en el Heraldo de Madrid, periódico
que mucho antes, en 1905, ya la había convertido en corresponsal en el
extranjero.
En 1909 cubrió la guerra de Melilla (las tropas españolas contra las
cabilas rifeñas), donde no solo narró la contienda, también la vida cotidiana
de los soldados. Batalló —muy posiblemente literalmente en el hostil ambiente
de las redacciones— por hablar contra la
pena de muerte, a favor del voto femenino, de la situación de los
trabajadores más desfavorecidos, por abrir una ventana y mostrar lo que
encontraba en sus viajes por Europa y América.
El querer vivir su vida y su afán de progreso social la llevaron a ser pionera
en muchos campos, incluso en el que la borró de la historia, ya que era la primera
mujer que aparecía en las listas de autores prohibidos durante el franquismo.
DEBES CONOCERLAS
Un
proyecto de la editorial Huso pretende dar visibilidad a las mujeres pioneras
de la literatura en España
Tras varios siglos de luchas, logros y
conquistas, la figura de la mujer ha evolucionado de manera vertiginosa hasta
una sociedad en la que la es posible moldear su propia identidad. Más o menos.
Carmen de Burgos, Clara
Campoamor, María Zambrano, Maruja Mallo, Concha Méndez, María Lejárroga, María
Teresa León, Isabel Oyarzábal y María Moliner, son
algunas de las protagonistas que han influido en estos procesos de cambio
social y en las culturas políticas del siglo XX.
Ellas y ellos o ellos y ellas, Debes conocerlas y Cuadernos
de la niña escondida, son las tres obras de un proyecto común
enmarcado bajo la editorial madrileña Huso, en el que han participado la
editora Mayda Bustamente y las escritoras Marifé Santiago Bolaños y Mercedes
Gómez Blesa. La trilogía rinde homenaje a todas las mujeres que tomaron la
decisión de ir contracorriente en una sociedad totalmente masculinizada,
dejando un inmenso legado en el ámbito artístico y social. Como ellas mismas
apuntan estos ejemplares están dedicados "a nuestras abuelas a nuestras
madres".
La vida de la pensadora, filósofa y
ensayista española María Zambrano (1904-1991), fue el nexo de unión entre las
escritoras para lanzarse a una investigación que se nutrió de charlas, debates
y jornadas para estudiar la palabra y el trabajo de mujeres "excepcionales
en las que poder mirarnos al espejo". Tras varios años de estudio, la obra
está repartida en varios capítulos donde Mercedes Gómez Blesa se ocupa
de las ensayistas. Por ejemplo, la escritora y feminista española
María Lejárraga o la primera corresponsal de guerra, Carmen de Burgos.
Mientras, Marifé Santiago Bolaños se encarga de las narradoras como la
escritora Concha Espina y de las activistas como Clara Campoamor, entre otras
de las mujeres vanguardistas del siglo XX.
Como fruto del recorrido de estas
grandes mujeres, se celebró la presentación de estas creaciones en la
Residencia de Estudiantes con el nombre Debes conocerlas. Modernas
vanguardistas y otras mujeres sabias. Como anfitriona y presentadora
se ha elegido a la escritora y ensayista Carmen Alborch. "Son unos libros
que te invitan hacer elogios de los propios libros y donde se confirma que
nunca van a desaparecer", dijo la ex ministra.
Ellas y ellos y ellas es un obra recopilatoria de ocho novelas de Carmen de Burgos (1867-1932),
también conocida con el seudónimo de Colombine.
Periodista, escritora y la primera mujer corresponsal de guerra durante la
Guerra de Marruecos en 1909, fue, sobre todo, defensora de los derechos de las
mujeres, el divorcio y el voto femenino.
Desde el punto de vista literario, Carmen de Burgos destacó también por ser una excelente cuentista: El abogado (1915), Huesos de abuelo (1922), Ellas y ellos o ellos y ellas (1917) o Puñal de claveles (1931) son algunas de sus obras.
Desde el punto de vista literario, Carmen de Burgos destacó también por ser una excelente cuentista: El abogado (1915), Huesos de abuelo (1922), Ellas y ellos o ellos y ellas (1917) o Puñal de claveles (1931) son algunas de sus obras.
Cuadernos de la niña escondida, la tercera obra presentada, es un texto teatral de Marifé Santiago Bolaños. La pieza representa un encuentro que sirve como síntesis para conocer y repasar la historia de un viaje todavía incompleto: el de las mujeres que pelearon por una libertad de la que no pudieron disfrutar.
Colombine, la primera mujer periodista
CARMEN DE BURGOS
Rodalquilar, 1867 - Madrid, 1932
Rodalquilar, 1867 - Madrid, 1932
Carmen de Burgos Segui nació en Rodalquilar (Almería)
en una fecha que no puede precisarse con exactitud, ya que no tuvo nunca
especial interés en difundirla, un 10 de diciembre de 1867 según unos biógrafos
o 1879 según otros.
Casada joven, pasó a residir en Almería, donde su
suegro era el propietario de la tipografía en que se realizaba el diario de esa
capital, lo que la permitió familiarizarse con ese mundo. Al fallecer el
segundo de sus hijos decide abandonar a su marido y se marcha a Madrid con su
hija. Empieza a estudiar al tiempo que trabaja y pronto obtiene el título de
Maestra y una plaza en la Escuela Normal de Guadalajara, de la que se
trasladará luego a la de Madrid y a la de Sordomudos y Ciegos.
Mujer adelantada a su tiempo, escribió en abundancia sobre los temas más opuestos, desde la estética femenina hasta los de carácter republicano. A pesar de su fecundidad literaria tuvo tiempo para mantener abierta su casa a todos los autores del momento, muchos de los cuales no dejaban de sorprenderse ante la figura de una escritora-ama de casa.
Cansinos Assens, en su Diario de un literato, nos ha dejado un retrato bastante frívolo y superficial de esta autora.
Como contrapunto, Ramón Gómez de la Serna, que convivió varios años con ella, nos permite conocer su intimidad: "Carmen vino a Madrid a rehacer su vida, sin recursos, con su hija en brazos, como esas pobres de mantón con su hijo palpitante bajo el mantón en una pieza de ellas y del niño, del niño que es un leve y elevado bulto que remata enaltecedoramente la estatura de la madre, y que parece como ese niño empotrado en la piedra, consubstancial y ahondado en ella de Nuestra Señora de la Almudena. Carmen, con su sombrerito triste y con su hija siempre en brazos, hizo sus estudios de maestra superior, ganó sus oposiciones a Normales entreverando todo eso con artículos en todos lados y hasta escribiendo fajas en casa de una modista que tenía un periódico de modas. Carmen entonces era Carmen de Burgos y para dar variedad a su nombre empleaba los seudónimos ingenuos y románticos de «Raquel», «Honorine», «Marianela». Apenada, nerviosa, fatigada, escribía para vivir, hasta que por fin fue la primera «redactora» de periódico. Por entonces Augusto Figueroa, el gran periodista, le dijo un día, a la salida de El Diario Universal: «Usted debe firmar Colombine», y ella se llamó desde entonces «Colombine»"
Fundó la Alianza Hispano Israelita, de la que la Revista Crítica fue el órgano difusor en 1908. El 9 de octubre de 1932, tras haber intervenido en una reunión del Círculo Radical Socialista, fallecía de un ataque. El diario El Sol destacaba en su nota necrológica que en sus últimos momentos expresó su contento por morir republicana. Colaboró en La Correspondencia de España, El País, ABC, etc. y como redactora en El Heraldo y Nuevo Mundo de Madrid.
BIBLIOGRAFÍA
Núñez Rey, Concepción. Carmen de Burgos, Colombine:En la edad de plata de la literatura española. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2005. Biografía.
Ganadora del Premio Antonio Domínguez Ortiz 2005
Carmen de Burgos (Colombine)
Blanca Bravo Cela
Espasa. Madrid, 2003. 254 páginas,
Carmen de Burgos fue en su vida una gran luchadora por los derechos de la mujer y a favor de las libertades, es decir, estuvo contra el silencio que suele rodear todas las opresiones: lo que no se puede decir, ella lo dijo y explicó. Pero su figura, que llegó a ser muy popular en la España de las dos primeras décadas del siglo XX, cayó pronto en el olvido. Ese falso pseudónimo que usó, y que le fue sugerido por el director de “El Diario Universal”, donde Carmen de Burgos, en 1903, empezó una columna titulada Lecturas para mujeres, tuvo muy pronto un sonido anticuado y algo cursi -Colombina, la de la commedia dell’arte- que todavía hace pensar en una señorita empalagante. Y nada más lejos de Carmen de Burgos, una auténtica luchadora y un alma (y cuerpo) de mujer libre. Además Colombine raramente fue su pseudónimo, más bien apodo, pues firmó casi toda su obra: Carmen de Burgos. (Colombine).
Carmen nació en Almería en 1867 y
murió en Madrid en 1932, mientras pronunciaba una conferencia en el Círculo
Radical Socialista. Ocultó su edad y yo creo que no por coquetería sino porque
cuando empezó su vida literaria, en 1900, lo hizo abandonando a su marido, y
marchándose de Almería con la única hija sobreviviente de los cuatro hijos que
tuvo. Carmen de Burgos -que estudió magisterio, ya casada- empezó una vida nueva
y distinta a los 33 años. Mujer adelantada a su tiempo, escribió en abundancia sobre los temas más opuestos, desde la estética femenina hasta los de carácter republicano. A pesar de su fecundidad literaria tuvo tiempo para mantener abierta su casa a todos los autores del momento, muchos de los cuales no dejaban de sorprenderse ante la figura de una escritora-ama de casa.
Cansinos Assens, en su Diario de un literato, nos ha dejado un retrato bastante frívolo y superficial de esta autora.
Como contrapunto, Ramón Gómez de la Serna, que convivió varios años con ella, nos permite conocer su intimidad: "Carmen vino a Madrid a rehacer su vida, sin recursos, con su hija en brazos, como esas pobres de mantón con su hijo palpitante bajo el mantón en una pieza de ellas y del niño, del niño que es un leve y elevado bulto que remata enaltecedoramente la estatura de la madre, y que parece como ese niño empotrado en la piedra, consubstancial y ahondado en ella de Nuestra Señora de la Almudena. Carmen, con su sombrerito triste y con su hija siempre en brazos, hizo sus estudios de maestra superior, ganó sus oposiciones a Normales entreverando todo eso con artículos en todos lados y hasta escribiendo fajas en casa de una modista que tenía un periódico de modas. Carmen entonces era Carmen de Burgos y para dar variedad a su nombre empleaba los seudónimos ingenuos y románticos de «Raquel», «Honorine», «Marianela». Apenada, nerviosa, fatigada, escribía para vivir, hasta que por fin fue la primera «redactora» de periódico. Por entonces Augusto Figueroa, el gran periodista, le dijo un día, a la salida de El Diario Universal: «Usted debe firmar Colombine», y ella se llamó desde entonces «Colombine»"
Fundó la Alianza Hispano Israelita, de la que la Revista Crítica fue el órgano difusor en 1908. El 9 de octubre de 1932, tras haber intervenido en una reunión del Círculo Radical Socialista, fallecía de un ataque. El diario El Sol destacaba en su nota necrológica que en sus últimos momentos expresó su contento por morir republicana. Colaboró en La Correspondencia de España, El País, ABC, etc. y como redactora en El Heraldo y Nuevo Mundo de Madrid.
BIBLIOGRAFÍA
Núñez Rey, Concepción. Carmen de Burgos, Colombine:En la edad de plata de la literatura española. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2005. Biografía.
Ganadora del Premio Antonio Domínguez Ortiz 2005
Carmen de Burgos (Colombine)
Blanca Bravo Cela
Espasa. Madrid, 2003. 254 páginas,
Carmen de Burgos fue en su vida una gran luchadora por los derechos de la mujer y a favor de las libertades, es decir, estuvo contra el silencio que suele rodear todas las opresiones: lo que no se puede decir, ella lo dijo y explicó. Pero su figura, que llegó a ser muy popular en la España de las dos primeras décadas del siglo XX, cayó pronto en el olvido. Ese falso pseudónimo que usó, y que le fue sugerido por el director de “El Diario Universal”, donde Carmen de Burgos, en 1903, empezó una columna titulada Lecturas para mujeres, tuvo muy pronto un sonido anticuado y algo cursi -Colombina, la de la commedia dell’arte- que todavía hace pensar en una señorita empalagante. Y nada más lejos de Carmen de Burgos, una auténtica luchadora y un alma (y cuerpo) de mujer libre. Además Colombine raramente fue su pseudónimo, más bien apodo, pues firmó casi toda su obra: Carmen de Burgos. (Colombine).
Su prosa es clara, amena, un punto retórica o instructiva. Aunque trató a
muchos escritores, tuvo su pequeño salón literario y fue muchos años la amante
de Ramón Gómez de la Serna (once años más joven). Escribió cuentos, biografías,
libros de viajes y de divulgación feminista y progresista, como El divorcio
en España (1904) o La mujer moderna y sus derechos, en 1927. Aunque
Colombine fue haciéndose cada vez más avanzada con los años, su feminismo podrá
parecer hoy excesivamente sacrificado. Ramón -su largo y peculiar romance
concluyó en 1929, había durado 20 años- guardó siempre hacia ella el mayor
afecto y un alto respeto. En La Sagrada cripta de Pombo (1924) hace de ella un
retrato que comienza: “Desde 1909, hay todas las tardes de mi vida un consuelo
suficiente de la más pura camaradería”. Carmen de Burgos fue una escritora que
quiso construir una España más rica, plural y más moderna. Merece recuerdo y
respeto.