Las mujeres protagonizaron la
revolución agraria de laprehistoria
La fortaleza de sus brazos, superior a la de las remeras de élite, sugiere
su rol central en las tareas agrícolas
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UNA MUJER CRIBANDO EL ARROZ |
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Con molinos como este, de hace 5.000 años, las mujeres molían
a mano el grano hasta obtener harina.
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Las mujeres de la prehistoria tenían unos brazos que ni las atletas del club
de remo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). El estudio de los huesos
de restos de féminas de hace más de 6.000 años muestra una relación entre el
húmero de los brazos y la tibia de las piernas que solo se explica por una
intensiva carga de trabajo en las extremidades superiores. Fue por entonces
cuando las comunidades europeas comenzaron su transición a la agricultura.
Aquella gran revolución habría tenido entonces un mayor protagonismo femenino
oscurecido hasta ahora.
Hasta la llegada del Neolítico, las poblaciones humanas dependían fundamentalmente
de la caza y la recolección. Estudios de los huesos habían demostrado que, al
menos en los hombres, se había ido produciendo un declive de la resistencia, de
la fuerza de la tibia, el principal sostén óseo de las piernas. La explicación
más lógica es que, al sustituir las largas caminatas propias de las jornadas de
caza por labores agrarias, siempre más sedentarias, los huesos de las
extremidades inferiores soportarían menos carga de trabajo y se habrían ido
adaptando. Pero, ¿qué sucedió con la osamenta de las mujeres?