EDITH WINDSOR

Por qué tienes que conocer a la Rosa Parks (1) del movimiento LGTBI : EDITH WINDSOR
La apasionante vida de Edith Windsor, la octogenaria que retó (y ganó) a EE UU allanando el camino para el matrimonio igualitario
Edith "Edie" Windsor  (1929 – 2017)  fue una activista estadounidense de los derechos de las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, y gerente de tecnología en IBM.
Edith "Edie" Windsor (nacida Edith SchlainFiladelfia20 de junio de 1929 - Nueva York12 de septiembre de 2017) fue una activista estadounidense de los derechos de las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT), y gerente de tecnología en IBM.
Fue la demandante principal en el caso Estados Unidos contra Windsor de la Corte Suprema de los Estados Unidos, el cual resultó de forma exitosa en la Sección 3 del Acta de la Defensa del Matrimonio y fue considerado una victoria legal sin precedentes para el movimiento por el matrimonio entre personas del mismo sexo en los Estados Unidos.
  Windsor fue honorada por la Conferencia Nacional de Ordenadores en 1987 como "pionera en sistemas operadores".
Un documental de 2009, Edie y Thea: Un largo compromiso, de Susan Muska y Greta Olfdottir documenta la vida y boda de Windsor y Spyer.1015​ El DVD de la película contiene una entrevista completa con el juez Harvey Brownstone.
Windsor fue Grand Marshal de la Manifestación del Orgullo LGBT de la ciudad de Nueva York.

Ojos vivísimos. Diminuta. Delgada. Sonriente. Las últimas fotografías de Edith Windsor desmentían tanto el peso de su edad (88 años) como de su agitada e industriosavida. Pero la mujer de la eterna melena dorada murió en un hospital de Nueva York el pasado martes, acompañada por su segunda esposa. SRosa Parks (1913 - 2005), la secretaria negra que se negó a levantarse de un asiento para blancos en el autobús, disparó la caída de las leyes racistas, Edith hizo algo similar por el movimiento LGTBIQ.
Su vida está recogida en muchas fotografías, muchas. En un despacho de IBM, en la cima de su carrera como jefa de programadores; collar de perlas sobre un atuendo profesional en reuniones llenas de hombres; en una motocicleta, luciendo uno de los primeros bikinis; abrazada en distintos países y escenarios a una intrigante mujer morena... Pero una instantánea es la más importante. Para ella y para que su país, Estados Unidos, se convirtiera en un lugar más decente.
Esa imagen se tomó en 2013. Es la de una elegante anciana ante un añejo edificio judicial en traje pantalón, los brazos abiertos mientras su pañuelo rosa y naranja se despliega al viento.
Windsor se atrevió a demandar a Estados Unidos por tener que pagar unos impuestos que no hubiese debido abonar si hubiera enviudado de un hombre. Después de años de litigios, el Tribunal Supremo invalidó la Ley de Defensa del Matrimonio, una norma que negaba a las parejas homosexuales los derechos (más de 1.000) de las heterosexuales.
La octogenaria rechazada  se convirtió entonces en el icono del colectivo. Lo que comenzó con la rabia de una viuda ante un envite tributario se tornó en un hito en la lucha por los derechos civiles. Algo que hasta el presidente Obama agradeció con una llamada de teléfono.
La verdad es que Edie, tenaz, valiente y con encanto (así la describe una periodista de The New Yorker que la conoció a fondo), la mujer malhablada de uñas en rosa nacarado, llevaba encima unas cuantas victorias.
La niña que se casó sabiendo
Edie Schlain  nació encima de una tienda de golosinas y helados regentada por sus padres, emigrantes rusos, en un barrio pobre de Filadelfia. Comercio que perdieron cuando ella y un hermano contrajeron la polio y fueron sometidos a cuarentena.
Llegó a la universidad convertida en una lectora voraz, porque su padre prefería llevarse un bocadillo al trabajo para poder comprar libros. Rompió con su prometido, un amigo de su hermano, cuando se enamoró de una compañera de clase. “Fue maravilloso y terrible”, recordaba. Ambicionando una vida normal, se casó tras graduarse. El matrimonio no duró ni un año. De él solo se quedó el apellido, Windsor. “Le dije: ‘Cariño, mereces más. Mereces a alguien que sienta que eres la persona más deseable".
Así que, a los 23 años, se mudó a Nueva York para poder vivir abiertamente como lesbiana. Al inicio de la década de los cincuenta, alquiló un apartamento sin baño cerca de la Universidad de Nueva York (NYU) y se empleó como secretaria para mantenerse. Una situación extraña, recordaba Hillary Clinton en una aparición sorpresa en su funeral, teniendo en cuenta que la norma para las mujeres entonces era darle hijos al marido y encargarse del hogar.  

 Edie quería, además, una profesión. Se matriculó en un máster en Matemáticas mientras trabajaba en lo propia NYU introduciendo datos en el primer ordenador comercial del mundo que también era usado por la Comisión de Energía Atómica. Pronto despuntó en aquel mundo de hombres y se empleó como programadora en una empresa de ingeniería.
En sus ratos libres leía revistas de literatura en el Bagatelle, un bar de ambiente cerca de Washington Square. “Cuando entraba alguien conocido de la universidad, me paralizaba el pánico”, recordaba en una entrevista con la revista de alumnos.
Una noche, en 1963, cuando ya trabajaba en IBM, le presentaron en un restaurante en el que se reunían lesbianas a Thea Spyer, una atractiva psicóloga y violinista con la que estuvo bailando hasta la madrugada. Thea era tan resuelta como elusiva, pero cuatro años después le pidió matrimonio con un broche redondo de diamantes, porque un anillo —la homosexualidad aún era considerada una enfermedad— resultaba demasiado llamativo.
La vida de ambas transcurría en el armario, hasta el punto de que Edie se inventó un novio hermano de Thea (en realidad un muñeco de peluche) para justificar las llamadas de esta a su despacho. El hogar de las eternas prometidas, un apartamento de Greenwich Village, acogía las cenas elaboradas por Spyer y los amigos gais y lesbianas de ambas. Era el territorio seguro.
Aquello cambió bastante en 1969. El 28 de junio la pareja regresaba de Italia cuando se enteró de que un grupo de drags y otros clientes de Stonewall, un bar del Village, se plantaron ante los policías que pretendían entrar. La revuelta duró varios días y generó el símbolo del Día del Orgullo LGTBIQ, que ya se celebra en todo el mundo. Ellas, nada próximas a ese ambiente de las “reinas”, mudaron su actitud. “Fue el comienzo de ver otra parte nuestra, son humanos, no tienen cuernos, ellos cambiaron mi vida”, declaró Windsor a Time. Se apuntaron al activismo.

 El diagnóstico de esclerosis múltiple de Thea en 1977 coincidió con la marcha de Edie del gigante informático.
Se dedicó a cuidar de su prometida y a militar en varias organizaciones LGTBIQ. Pasaron años. El sida arrasó entre la población gay. El matrimonio igualitario no fue legal hasta 2004 y en un solo estado, Massachussets. Para su vida en común, cada una tenía un lema. El de Edie era: "No retrases la alegría". El de Thea, "mantenlo caliente". Cuestión esta última en la que la programadora siempre estaba dispuesta a ahondar.
El día siguiente de que a Thea le dijeran que le quedaba poco más de un año de vida. le soltó a Edie: "Vamos a casarnos". Lo hicieron en Canadá en 2007, en un viaje no exento de dificultades, Thea ya estaba cuadripléjica. Contrajeron matrimonio ante las cámaras, que grabaron lo que se convirtió en el documental Edie and Thea, a very long engagement.
Es emocionante, en la película, ver la expresión de Edie, camisa de seda, agachada sobre la silla de su prometida de tantos años en el momento de casarse. Tanto como la secuencia de las dos dando vueltas en el armatoste motorizado —ambas amaban bailar— locas de alegría. O el mimo con el que maneja la grúa para mover a su esposa y meterla en la piscina de la casa que tenían en Long Island para que esta nadara.

(1)   Rosa Parks:   Nacida Rosa Louise McCauley  (TuskegeeAlabama4 de febrero de 1913 - DetroitMichigan24 de octubre de 2005) fue una figura importante del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, en especial por haberse negado a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús en Montgomery, Alabama (Estados Unidos), el 1 de diciembre de 1955.  Por tal acción acabó en la cárcel, lo que se cita frecuentemente como la chispa del movimiento, y se la reconoce como «la primera dama de los derechos civiles»,​ si bien ya existía un precedente de otra joven mujer, Claudette Colvin, que había sido arrestada por la misma causa el 2 de marzo del mismo año, el de Irene Morgan diez años antes o el de Ida Wells-Barnett 71 años antes.