ANDALUCÍA HA SIDO PIONERA EN
OFRECER ATENCIÓN SANITARIA
«Mi hijo / mi hija es transexual»
Desde el 2015, la unidad de atención a personas
transexuales de Córdoba ha recibido 80 casos. Una ley andaluza reconoció hace
tres años el derecho a la autodeterminación de género.
El mundo está lleno
de etiquetas. Hay etiquetas para definir la comida, la ropa, los libros y las
personas. Etiquetas que nos definen por el color, procedencia o género. Nos
gusta etiquetarlo todo para sentir que controlamos lo que nos rodea, pero esas
etiquetas no sirven de nada cuando se trata de explicar la diversidad sexual.
Como dice la sexóloga Carmen Jurado, miembro de la mesa de la transexualidad,
«hay que salir del paradigma binario de la sexualidad. No hay una, sino tantas
como personas».
«Mi hija es una niña
que nació con genitales masculinos». «Tengo dos hijos, el mayor me dijo con 18
años que era una mujer, el pequeño se atrevió a hablar con 15, yo veía a dos
niñas pero siempre tuve dos hijos». «Yo tenía mucho miedo, me hinché de llorar,
no sabía lo que era la transexualidad». «Los que necesitamos un psicólogo somos
los padres, no los hijos, ellos saben lo que son pero no se atreven a decirlo».
«Cuando me dijo que tenía que contarme algo importante pensé que me iba a decir
que era gay». «Yo tardé mucho tiempo en poder decir que mi hija es transexual»:
Son declaraciones de padres y madres de Córdoba que han afrontado el proceso de
aceptación de la identidad sexual real de sus hijos e hijas transexuales. Un
proceso que suele ir asociada a cambios en el aspecto.
La atención
sanitaria a las personas transexuales está regulada en Andalucía, pionera en el
abordaje de estos casos, desde el 2014, cuando una ley reconoció el derecho a
la autodeterminación de género sin necesidad de evaluación de salud mental y
descentralizó la atención que se prestaba desde Málaga a todas las provincias.
La Unidad de Atención a Personas Transexuales nació en Córdoba en el 2015 y la
dirige la endocrina Paloma Moreno, respaldada por una mesa de profesionales de
carácter multidisciplinar. Las personas derivadas por Atención Primaria son
evaluadas por Moreno para constatar que son conscientes de lo que implican los
tratamientos hormonales feminizantes o masculinizantes. El tratamiento masculinizante
contempla la extirpación de ovarios, mamas y útero para quienes lo soliciten a
partir de un año de tratamiento. La reconstrucción de pene, menos demandada que
el resto de los tratamientos y de resultados no siempre óptimos, se lleva a
cabo en Madrid, según Moreno. Por su parte, el tratamiento feminizante prevé la
extirpación de testículos a quienes lo soliciten, intervención que se realiza
en Málaga. La Seguridad Social cubre la cirugía de la voz, pero no la cirugía
plástica de aumento de pecho.
Desde su creación,
la consulta de Córdoba, por la que han pasado hasta ahora 80 personas de la
provincia, atiende nuevos casos cada 15 días. La media de edad de quienes
acuden a pedir información está entre los 16 y los 18 años en una proporción de
una mujer transexual por cada dos hombres, según la doctora Moreno. «La
reasignación de sexo es solo una opción, hay que entender que puede haber niñas
con pene y niños con vulva y no pasa nada», explica la madre de un chico
transexual. «Mi amiga y yo somos niñas, pero tenemos pene», dicen con
naturalidad dos pequeñas de 6 y 7 años. «Cada niño o niña tiene sus tiempos, no
hay dos casos iguales», advierte otra madre que recuerda que «la transexualidad
no es una moda, no se pega ni tampoco se cura porque no es una enfermedad».
Todos insisten en que abordar la diversidad sexual desde la naturalidad es la
única forma de romper tabúes y normalizar una realidad tan antigua como el
propio ser humano. No existe una edad para el inicio de la hormonación de las
personas transexuales aunque existen dos protocolos de actuación distintos, uno
para adultos y otro para menores. Cuando se trata de menores, se recomienda
iniciar los tratamientos antes del salto a la pubertad, a partir de las 10 o 12
años. No existe una receta estándar. Los casos se tratan de forma
individualizada y los tratamientos se adaptan a cada usuario. Salud parte de la
base de que «no se trata de pacientes» sino de personas a las que hay que
ayudar a hacer lo que ellos denominan «el tránsito», que los padres explican
como «una transición de la infelicidad a una nueva vida plena». Según una de
las madres de la asociación entrevistadas, «antes del tránsito, mi hija pintaba
sus dibujos en negro, me llamaron del colegio porque pensaban que era daltónico
ahora todo son colores».